Sentir una lagrima caer recordando todo lo que el me hizo llorar. Su piel de azúcar y sus ojos miel que brillaban como nunca con su sonrisa. Su ego, más grande que la talla de su camisa, me hacía saber que me había enamorado de un imbécil. Su forma de caminar, derritiendo chicas era un movimiento irrepetible. Pero ni siquiera el mismo sabía lo que quería y la verdad, yo tampoco.
-¡No seas cabezota!
+Voy a hacer lo que yo quiera, tu hace mucho que no eres nada en mi vida.
-Ya claro,¿Por eso estas pensando en estos momentos que tu mundo vuelve a ser feliz porque yo he vuelto?
+¡Eso es mentira!
-No leo mentes, pero tu mirada lo dice todo.
-¡No seas cabezota!
+Voy a hacer lo que yo quiera, tu hace mucho que no eres nada en mi vida.
-Ya claro,¿Por eso estas pensando en estos momentos que tu mundo vuelve a ser feliz porque yo he vuelto?
+¡Eso es mentira!
-No leo mentes, pero tu mirada lo dice todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario